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El 31% de los empleados ¡®sabotea¡¯ la estrategia de IA generativa de su empresa

An¨¢lisis de noticias
22 jul. 20257 minutos
una persona con un cartel en el que est¨¢ pintada una mueca de enfado
Cr¨¦ditos: Andre Hunter | Unsplash

La encuesta de Writer también revela que “uno de cada diez trabajadores dice que está manipulando las métricas de rendimiento para que parezca que la IA está rindiendo por debajo de lo esperado, generando intencionadamente resultados de baja calidad, negándose a utilizar herramientas o resultados de IA generativa, o negándose a recibir formación sobre IA generativa”. Otras actividades agrupadas como sabotaje incluyen introducir información de la empresa en herramientas de IA generativa no aprobadas (27%), utilizar herramientas de IA generativa no aprobadas (20%) y conocer una filtración de seguridad de la IA sin informar de ello (16%).

Este es el tipo de cosas que los analistas y observadores del sector tachan de ‘sabotaje’, dado que en muchos casos estas infracciones de conducta implican intentos de mejorar la productividad o facilitar la realización del trabajo. Para algunos, socavar la estrategia de IA generativa es una descripción más precisa. “Si engañan intencionadamente a su empresa sobre los resultados del uso de la IA generativa en un proceso concreto o vuelcan los datos confidenciales de su empresa en una herramienta de consumo de terceros, eso es sabotaje”, afirma Brian Jackson, director principal de investigación de Info-Tech Research Group. Pero “si no utilizan productos de IA generativa por motivos legítimos de calidad, eso puede formar parte de su trabajo. O si utilizan herramientas de terceros pero no comparten datos confidenciales de la empresa, tampoco es malintencionado”.

Aun así, Jackson está de acuerdo en que se está produciendo un sabotaje real, en gran parte por la razón obvia: los consejos de administración y los exaltos cargos promocionan públicamente la IA como una forma de reducir la plantilla. “¿Quién va a estar motivado para adoptarla si sabe que la intención es sustituirle?”, se pregunta el analista. Dado que “la IA puede automatizar nuevos aspectos del trabajo del conocimiento que han requerido creatividad e inteligencia humanas, podría haber resistencia si la gente cree que la IA se está utilizando para reemplazar a las personas en áreas donde disfrutamos trabajando y donde valoramos un toque humano”.

Jackson aconseja escuchar la opinión de los empleados sobre dónde añade valor la IA en lugar de adoptar un “enfoque descendente que podría alienar a los trabajadores que sienten que están formando a una tecnología que les dejará sin trabajo”. El analista también cree que algunos directivos no están ayudando a aliviar la tensión general en torno a la IA y la pérdida de empleos al pregonar reducciones de personal debido a la adopción de esta tecnología cuando en realidad no se ha debido a este motivo.

“Los ejecutivos a veces tratan de hilar fino con los despidos –es una racionalización– diciendo: ‘No estamos haciendo esto porque la empresa tenga problemas. No, lo hacemos [los despidos] porque la IA nos está haciendo tan eficientes que ya no necesitamos tanta gente’. En lugar de admitir que contrataron de más, prefieren decir: ‘Estamos utilizando la IA como líderes maduros y expertos en tecnología”, relata.

Un analista de datos que supervisa la integración de la IA en una cadena minorista de 80.000 millones de dólares –que ha pedido que no se releve su nombre ni el de su empleador– dice haber visto directamente acciones de rechazo a la IA. Aunque “el sabotaje directo es raro, he observado formas más sutiles de rechazo, como equipos que infrautilizan las funciones de IA, vuelven a los procesos manuales o ignoran selectivamente las recomendaciones generadas por la IA sin una justificación clara”.

En algunos casos, tiene su origen en el miedo: “A los empleados les preocupa que el aumento de la automatización reduzca su papel o haga que se valore menos su experiencia”, afirma el analista de datos. Pero “lo que parece resistencia es en realidad un grito de inclusión en el proceso de cambio. La gente quiere entender cómo la IA apoya su trabajo, no sólo que se les imponga”.

Una especialista en recursos humanos asegura ver mucho sabotaje a la IA, pero cree que la motivación no es irracional. “Los empleados se resisten, retrasan y, en algunos casos, socavan activamente la implantación de la IA. Pero etiquetar esto como sabotaje simplifica en exceso lo que a menudo está sucediendo”, afirma Patrice Williams Lindo, CEO de Career Nomad. “No siempre es con mala intención, sino como una protección. Cuando los empleados creen que la adopción de la IA generativa amenaza sus puestos de trabajo, especialmente en entornos con despidos frecuentes o seguridad psicológica débil, hacer esto se convierte en una táctica de supervivencia”.

“El sabotaje puede convertirse en real si se ignoran los temores”, añade Lindo. “Si la dirección desestima las preocupaciones de los empleados, no conecta la IA con vías claras de mejora de las competencias e impone implantaciones de arriba abajo, los empleados pueden ralentizar deliberadamente la adopción o alimentar inputs de baja calidad para protegerse”.

Combatir la resistencia de los empleados a la IA es complicado

Para contrarrestar la resistencia a la IA es necesario mejorar la formación y la comunicación. Pero estas, por sí solas, no la eliminarán por completo, especialmente si los ejecutivos son sinceros sobre los planes de despido si las estrategias de IA tienen éxito. Y dado que el sabotaje de la IA es probablemente imposible de erradicar por completo, las empresas pueden verse expuestas a importantes riesgos y responsabilidades.

Cameron Powell, abogado especializado en tecnología del bufete Gregor Wynne Arney, afirma que las empresas pueden exponerse a sanciones legales si sus empleados participan en sabotajes deliberados. Las compañías deben recordar a sus empleados que si participan en sabotajes de este tipo también pueden exponerse a riesgos legales personales. “Si se descubre que la empresa ha supervisado o permitido por negligencia el sabotaje del empleado y que ese sabotaje viola otras leyes” puede ser responsable de esas violaciones, afirma. “Los empleados también pueden generar información que vincule a la empresa a contratos que realmente no desea o que constituya difamación de un tercero. O un empleado podría infringir los derechos de autor o las marcas registradas de terceros o revelar secretos comerciales de la empresa o de uno de sus socios, cualquiera de los cuales podría exponer a la empresa a responsabilidades”.

Powell también señala el riesgo que corren los propios empleados: “El potencial de responsabilidad es también una parte clave de la educación que las empresas deberían dar a sus empleados, haciéndoles saber que el sabotaje no sólo perjudica a la empresa, sino que podría exponer al empleado a sanciones civiles y penales, así como a penas de cárcel”.

Independientemente de las consecuencias, Lars Nyman, director de marketing de Fractional, considera que los intentos de sabotaje de la IA no son nada nuevo. “Es la historia ludita revisitada. En 1811, los luditas destrozaron máquinas textiles para mantener sus puestos de trabajo. Hoy en día, es el sabotaje de Slack y el jailbreaking, etc. La naturaleza humana no ha cambiado, pero las herramientas sí”, agrega. “Si su empresa le dice a la gente que son su mayor activo y luego los reemplaza con un LLM, bueno, no se sorprenda cuando tiren del enchufe o alimenten el modelo con datos basura”. Si el despliegue de la transformación de la IA viene con un tufillo de arrogancia insensible del tipo ‘adaptarse o morir’ por parte del equipo directivo, habrá rebelión”.

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